lunes, 2 de marzo de 2009

EL AYURVEDA O MEDICINA AYURVÉDICA IV

A continuación, vamos a hablar de las tres manifestaciones de la energía o doshas. Os recuerdo que los doshas, fluyen a través del cuerpo y se reflejan en diferentes sistemas de vida, órganos y por supuesto, también en diferentes tipos de alimentos, posturas, actitudes etc.

Recordemos la importancia que tiene en Ayurveda conseguir el equilibrio de los doshas. Dicha armonía depende de la purificación de excesos de doshas y del mantenimiento de las fluctuaciones de los mismos, en un mínimo razonable.


Cada dosha se asienta en una parte del cuerpo, que se halla capacitada para absorber y eliminar pequeños excesos de energía, pero cuando surge algún tipo de bloqueo y la energía deja de fluctuar adecuadamente, dicha parte ya no puede realizar correctamente esta función ni hacer frente a mayores desajustes, surgiendo una desarmonía o lo que conocemos vulgarmente como enfermedad.


El desequilibrio de los doshas, también causa desequilibrio en los siete tejidos del cuerpo, llamados dhaatus. Los tejidos son los siguientes: plasma o rasa, sangre o raktha, músculos o mamsa, grasa o madas, huesos o asthi, médula y nervios o majja y tejidos reproductivos o shukra. Todos ellos se encuentran íntimamente conectados y comparten su energía. Por lo tanto si uno sufre daños, todos lo sufren. Por ejemplo, si existe un problema en la produción de plasma o rasa, afecta a la calidad de la sangre o raktha, lo que repercute en la musculatura o mamsa. Aquí de nuevo, podemos comprobar como se vuelve a manifestar la unidad del ser.


Cada dosha consta de una combinación de dos elementos de los cinco que contempla el Ayurveda. El dosha vata está formado por aire y éter. El dosha pitta lo está por fuego y agua y finalmente, el dosha kapha, por agua y tierra. Pese a que los doshas son expresiones energéticas y por tanto no pueden ni tocarse ni medirse físicamente, en cambio sí que poseen una serie de características o cualidades diferenciadoras, que se muestran de forma tangible, tanto en el ambiente como en los propios seres humanos; generándose tres tipologías individuales bien diferenciadas.